Comenzamos este artículo desvelando la respuesta final. Atención, ¡spoiler!: consumir no da la felicidad. A esta conclusión llegamos tras la interesantísima charla en la que nos acompañó Charo Morán, militante de Ecologistas en Acción, el pasado 10 de enero.
Antes de llegar a esta conclusión Morán expuso datos mundiales sobre cómo se consume a nivel mundial, ahondando en las desigualdades entre países. En muchos casos, países que disponen de mucha capacidad productiva son los que menor consumo realizan por su situación de empobrecimiento. En su lugar, los países más poderosos económicamente se aprovechan de sus recursos naturales para mantener un elevadísimo ritmo de consumo.
Como señalaba Morán, “nuestro modelo de consumo está basado en la explotación de otras zonas del planeta”. Esto no evita que la huella ecológica sea enorme: a nivel mundial, necesitaríamos 1,6 planetas Tierra para poder sostener nuestro consumo.
La charla continuó con las consecuencias de nuestro consumo. “¿Os subiríais a un avión al que le han quitado tres piezas al azar? Eso es lo que está pasando en nuestro planeta con la pérdida de biodiversidad”, explicó Morán.
Una vez entendida toda esta parte pasamos a conocer resultados de diversas investigaciones que indagan en la relación entre el acto de comprar productos y la felicidad. Y la respuesta que encontramos fue que sí, necesitamos consumir para ser felices: pero solo para satisfacer nuestras necesidades primarias como seres humanos, y que definen autores como Manfred Max-Neef. “El dinero da felicidad hasta llegar al umbral en el que sentimos que nuestra vida está abastecida. Pero una vez sobrepasado este umbral, no hay efecto”.
Entonces, ¿qué da la felicidad? Puedes descubrirlo escuchando la entrevista que le hicieron a Charo Morán en Hala Bedi Irratia o viendo el vídeo de la charla completa.
Y si quieres, puedes echar un vistazo a la programación de la Factoría de Valores para participar en nuestras próximas actividades en torno al consumo responsable. ¡Te esperamos!